Parafraseando al talentoso intérprete cubano Carlos Varela, “Una palabra no dice nada y al mismo tiempo lo dice todo…”, hoy quiero pensar en una palabra… Se trata del verbo “empezar”. Al respecto, me atrevo a proponer una reflexión personal y pregunto: ¿Cuántas veces prometemos empezar algo, que sentimos pendiente exclusivamente para nosotros y luego lo incumplimos? ¿Cuántas excusas ponemos al fallarnos? En este sentido, ¿se trata de causas o de consecuencias? Elijo suponer que estas últimas las conocemos porque, en definitiva, las vivimos. Sin embargo, los fundamentos que las originaron casi siempre subyacen en nuestro inconsciente.

En una primera conclusión, cuando prometemos empezar algo, creo que se trata de encontrar el verdadero motivo para hacerlo. En su caso, ¿cuál es su promesa aún incumplida?

Dentro del bello continente de la lectura, muchas veces escuchamos la expresión “me atrapó el libro…” o “es una película atrapante…” Creo que, inconscientemente, nos dejamos atrapar pues, en ese preciso momento de nuestras vidas, necesitamos creer en eso que vemos o escuchamos. Es más, reconforta nuestras almas y, con esto, nuestros cuerpos.

En reciprocidad con lo expresado, lo que vivifica nuestros cuerpos también armoniza nuestras almas. En tal sentido, toda conducta que represente un hábito saludable resultará en un organismo más sano. Así, lejos de las modernas y crecientes enfermedades no transmisibles y autogeneradas, se podrá disfrutar de una vida en absoluta plenitud.

Desde Lucy, aquel homínido que nos precedió en la escala evolutiva, algunas prácticas corporales como caminar, correr, saltar, lanzar y trepar, respondían a las necesidades básicas de movimiento y, al mismo tiempo, lograban el desarrollo y el mantenimiento de las capacidades físicas. Hoy, recorriendo el siglo veintiuno, cabe la pregunta: ¿aquellas prácticas parecen prescindibles para las actuales necesidades motrices contemporáneas? De ser así, el panorama futuro se avista plagado de verdaderos padecimientos físicos, repletos de intenciones cinéticas presas en cárceles corporales.

Con mi permanente anhelo de promover reflexiones hacia una vida saludable, propongo “un empezar” imitando las prácticas de Lucy, de manera controlada, aunque sea por el solo disfrute del baño endorfínico. Quizás allí se encuentre finalmente el motivo para elegir cada uno de estos momentos…

Autor de una palabra

Junto a Carlos Varela

Junto a Carlos Varela