“…El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos…”

Así suena aquella bella canción que hizo famosa la entrañable Negra Sosa. Que el reloj no detenga su marcha y que nuestro organismo lo acompañe es una inexorable certeza que ninguna ficción pueda refutar. Tampoco las ciencias contemporáneas son capaces aun de frenar y menos revertir este natural proceso biológico. No obstante, hay algunos devenidos ilusionistas que ofrecen espejitos de colores, garantizando eterna juventud y, peor aun, soluciones mágicas y etéreas para resolver realidades terrenales.

A propósito de todo esto, creo muy propicia la ocasión para enunciar un proverbio que pueda alcanzar a despertar la conciencia de aquellas ilusionadas victimas del bombardeo marketineano. “El ser humano es el único ser vivo capaz de modificar naturalmente el saludable equilibrio entre su actividad, su alimentación y su descanso; sin embargo, también naturalmente puede recuperarlo.”

Para enriquecer mi relato esta vez quiero compartir con ustedes la historia de un amigo: “… Por agosto del año 2001 un viejo dolor en mi cuello, con diagnostico de artrosis, me hizo acudir una vez mas a un tratamiento de fisioterapia convencional. Aquella ocasión fue diferente a las anteriores. Al revés de lo que siempre veía en este tipo de lugares, el espacio destinado para la gimnasia de rehabilitación era mucho más amplio y equipado. Mi asombro me llevó a preguntar el por qué. La respuesta fue tan contundente que hasta hoy puedo certificarla: La fisioterapia es solo para el breve tratamiento de afecciones agudas; luego, es el ejercicio físico adaptado la única herramienta natural y sin efectos colaterales, para el mejoramiento y posterior mantenimiento de las estructuras dañadas por el paso del tiempo. Es así que desde entonces mi constante entrenamiento físico me mantiene lejos de la camilla del consultorio…” Ronald F.

Si se fijan bien notaran que me he referido a un amigo. Ya son mas de nueve años desde que mi querido Ronald nos visitó por primera vez. Hombre de gimnasio si los hay. La nostalgia lo lleva a contar entretenidas anécdotas de sus comienzos, cuando el empirismo superaba ampliamente a las referencias bibliográficas.

Con pesar profesional tengo que admitir que aun hoy detecto dolencias o lesiones físicas cuya causa se encuentra claramente en la ejecución incorrecta y descontrolada de algún ejercicio físico o practica deportiva. Si intento ir más allá y llegar al origen real de estas afecciones, en muchos casos surge la desatención de aquellas señales de desequilibrio esquelético y muscular, que da nuestro organismo durante las etapas de crecimiento y desarrollo de su estructura. De no ser por esto, me queda pensar que es el amontonamiento de los ejercitantes y/o la impericia del profesional las razones que “justifican” la aparición o recurrencia de las citadas lesiones.

El caso de Ronald fue uno mas de tantos cuya responsabilidad estuvo compartida. Un profesor inexperto o quizás negligente mas un alumno desobediente y descuidado armaron una combinación que pudo resultar riesgosa en el momento, pero que seguramente en el largo plazo se podría convertir en una afección a veces irrecuperable.

Es bastante común, aunque incorrecto, que aparezcan molestias corporales durante o después de realizar ejercicios físicos. Esto debe ser comunicado al profesor lo antes posible. A partir de allí, es su responsabilidad conocer las posibles causas y rever la próxima rutina de ejercicios. En el mejor de los casos, proveer la atención o derivación oportuna para su tratamiento. Y en el peor de los casos, minimizar el cuadro y alentar a la automedicación.

Lo que inicialmente puede ser la inflamación aguda de un musculo; la alteración química de algún componente articular; o la compresión mecánica de una raíz nerviosa, puede convertirse en la ruptura de alguno de estos tejidos. En algunos casos la medicina o la fisioterapia consiguen curar el daño completamente; en cambio, en muchos otros casos esa curación deja secuelas irrecuperables con dolores permanentes, que sientan las bases para una reincidencia o para la adquisición de vicios posturales crecientes con el paso del tiempo.

Por los avatares del destino Ronald nos encontró y hoy reconoce que sus picardías gimnásticas, en complicidad con algún profesor, le podrían haber costado muy caro. Actualmente mi querido amigo disfruta de una aptitud física que contrasta notablemente con sus pares generacionales. Vale destacar la constancia y la obediencia con la que se entrena hace casi una década. Esto demuestra que nunca es tarde para dar un giro de timón hacia el rumbo de los hábitos saludables.

Querido lector, nuevamente lo invito a participar de nuestra página. Espero con gusto su historia en mi espacio de trabajo. Mi opinión profesional quizás pueda abrir su panorama y mostrarle otras posibilidades. No se deje pasar por las agujas del reloj. Y ya lo dice el querido Alberto Cortez:

“…A PARTIR DE MAÑANA EMPEZARÉ A VIVIR …”