La práctica de un deporte resulta un hábito muy saludable en cualquier edad, tanto para el cuerpo como para la mente. Sin embargo, a la hora de practicarlo, hay que tener muy en cuenta las condiciones físicas y emocionales para que sean mínimos los riesgos para la salud y signifique un verdadero disfrute que garantice una óptima calidad de vida.


Desde temprana edad, es posible acercarnos a la práctica deportiva. Ya sea por la integración social, la creación de un grupo de amigos o por la misma mejora en la condición física, son sobradas las razones que motivan a los padres a iniciar a sus hijos en el camino del deporte. En un determinado momento de este recorrido, posiblemente, se presente una bifurcación que promueva a la toma de decisiones: ¿deporte recreativo o competencia deportiva?

Más allá de los logros resultadistas, las exigencias físicas y psíquicas que conlleva la práctica competitiva pueden dejar sus huellas en el organismo hasta el punto de terminar empobreciendo de manera significativa la calidad de vida del ex deportista.

Entre las variables a considerar, la edad de inicio, la cantidad de años de competencia y, específicamente, el tipo de deporte elegido serán los principales determinantes de los probables daños que se ocasionen a la salud. Sin embargo, el respeto de las etapas evolutivas del niño y, más adelante, la vigilancia permanente de los protocolos del entrenamiento físico y de los hábitos saludables, van a conformar una sólida estructura psicofísica capaz de resistir indemne los diferentes avatares del universo competitivo.

En este mismo camino, surgirá en el deportista apasionado otra encrucijada de difícil resolución: ¿hasta cuándo competir? En este caso, se pondrán en debate el “querer hacerlo” y el “poder hacerlo”. Cuando, por un lado, lo que el corazón quiere y por el otro, lo que la estructura física le permite hasta el límite de la lesión. En este punto, la desmedida ambición por un mejor logro económico o una mayor gloria, suele jugar en contra (bien valga esta frase), a tal punto de llevar a equívocas elecciones de una falsa perpetuidad.

Resulta concluyente que la edad para “colgar los botines” en la elegida carrera deportiva va a depender de las decisiones tomadas frente a cada una de las divergencias entre las conductas, la pasión, la ambición y la conciencia.-