En el inconsciente colectivo la medicina aparece como la ciencia madre de todas aquellas disciplinas dedicadas al cuidado de la salud. Desde los inicios de la humanidad, bajo los irrefutables dictámenes de respetados curanderos, hasta los ilustres y protocolizados médicos contemporáneos, nuestra salud siempre estuvo en sus manos. Es gracias a estos cultores de las ciencias médicas que nuestra longevidad hoy ha llegado tan lejos en el almanaque. Sin embargo, en muchos casos estos logros científicos no escapan a la popular ley que determina que calidad no es cantidad. Creo que coincidiremos querido lector que se trata de disfrutar de la vida y no solamente de sumarle años.
Hace unos meses, en busca de un poco de esparcimiento, disfruté de una película que quiero evocar hoy a propósito de la citada longevidad humana. Se trata del film “El curioso caso de Benjamín Button”. Fue un placentero momento que se lo recomiendo, mas allá de los particulares sesgos de yanquilandia. Entre otras cosas, allí puede verse, sin demasiada fantasía, las probables actitudes sobre las reales aptitudes. Es decir, como resulta el comportamiento motriz de cualquiera de nosotros a partir de las diferentes posibilidades físicas que nos plantea cada etapa de la vida.
Seguramente si Ud. está comenzando a sintonizar conmigo ya estará recordando aquella película. Y si aun no la vio, quizás luego de hacerlo se recuerde de esta lectura. Respecto a como obtener y disfrutar a pleno de nuestras aptitudes físicas le propongo que recorramos juntos el camino de sus vivencias particulares con respecto a este tema y que sean éstas las que motiven nuestros mensuales encuentros.
El puntapié inicial ya lo dio Sofía, una querida paciente que quiso compartir su experiencia. “… Hace dos años comencé a sentir un dolor en el hombro derecho que se intensificaba cuando realizaba cualquier tarea cotidiana, como peinarme, tender ropa o abrocharme el corpiño. Debido a esto decidí consultar a un traumatólogo. El mismo me diagnosticó “tendinitis” y me recetó antiinflamatorios. Así aguanté aproximadamente un año hasta que resolví consultar a otro profesional recomendado y de mayor renombre. Este doctor solicitó una resonancia magnética para luego determinar que estaban cortadas algunas fibras tendinosas del aquel musculo con diagnostico inicial de tendinitis. A continuación, el medico sentenció que la única solución probable era la cirugía, pero sin garantías de éxito. Ante tan obscuro pronóstico creí que la invalidez progresiva era el futuro inexorable para mi dolorido hombro. Sin embargo, hoy puedo decir con mucha satisfacción que gracias a mi constancia en un programa de ejercicios físicos adaptados he recuperado totalmente la autonomía de mi hombro y ya no sufro de aquellos dolores que hasta el ánimo me cambiaban…” Sofía S.
Elegí este relato pues creo que ejemplifica en pocas palabras muchos otros casos que escucho diariamente. Infelizmente son muchas las ocasiones en las que el médico desconoce las posibilidades terapéuticas de un programa de ejercicios físicos adaptados. No obstante, hay casos en los que no existen estas posibilidades y para mitigar un dolor o recuperar una función la única solución que se presenta como “probable” es la quirúrgica. Para todos los casos creo y recomiendo como lo mas prudente una segunda y hasta tercera opinión profesional.
Siempre desde las ciencias medicas, actualmente hay muchas investigaciones sobre los efectos benéficos de específicos programas de ejercicios físicos. Sobretodo para tratar aquellas afecciones relacionadas con el sedentarismo o el sobreuso de nuestro organismo. Por citar algunas: hipertensión, accidentes cerebro vasculares (acv), insuficiencias cardíacas, diabetes, insulinoresistencia, artrosis precoz, escoliosis, tendinitis, dolores articulares, entre otras.
Quizás por el acelerado ritmo de vida y por la bendita especialización, un mismo profesional de la salud no alcanza a conocer todos los abordajes posibles para el tratamiento de una particular afección. Es entonces que surge como imprescindible el trabajo en equipo y la interconsulta permanente. La soberbia intelectual de unos pocos es muy riesgosa para nuestra salud y sobretodo para nuestra futura calidad de vida.
Por otro lado, si repasamos la historia de Sofía quiero destacar una palabrita maravillosa que considero que es la clave de su actual beneplácito. Me refiero al término “constancia”. Si comprendemos que, en el ejemplo narrado, fue una sobreexigencia repetida la que ocasiono el daño, fue también un tratamiento progresivo y constante el que logró recuperar aquel hombro. Muchas afecciones en nuestra salud no suceden mágicamente de la noche a la mañana. Tampoco podemos esperar su rehabilitación de la mano de un señor de capa y galera.
Querido lector, Ud. puede estar en cualquier renglón de su historia. La espero con gusto en mi espacio de trabajo. Mi opinión profesional será una mas y quizás pueda abrir su panorama y mostrarle otras posibilidades. Por último y parafraseando a un famoso guatemalteco: “…PONGALE VIDA A LOS AÑOS, QUE ES MEJOR…”